Sopa alemana de puerro con albóndigas

abril 30, 2024
pensamiento

1. m. Facultad o capacidad de pensar.

2. m. Acción y efecto de pensar. Suspender el pensamiento.

3. m. Actividad del pensar. Los comienzos del pensamiento occidental.

4. m. Conjunto de ideas propias de una persona, de una colectividad o de una época.

5. m. Frase breve y de tono serio, que refleja una idea de carácter moral o doctrinal.

6. m. Propósito o intención.

7. m. Planta herbácea anual, de la familia de las violáceas, cultivada en jardín, con flores de cinco pétalos redondeados y de tres colores.

8. m. germ. bodegón (‖ establecimiento donde se ofrecían comidas).

No sé tú, pero para mí poner palabras a los pensamientos es un ejercicio obligado para ordenar esas piezas del puzzle emocional que mi cerebro debe gestionar quiera o no quiera. Con mucha frecuencia me abruman en exceso y tiro por la calle del medio; la del sueño. Llevo meses que sería capaz de dormir el día entero sin desvelos y sin cambiar el sueño. Hace ya mucho tiempo que dejé atrás el insomnio. Ahora duermo en plan marmota para descansar de la fatiga física, emocional y creo que para no afrontar el día a día. Mientras duermo, todo se pospone, hasta mis pensamientos. 
Me siento bajo mínimos, lenta y pesada dentro de mis rutinas. El día pasa volando pero mis movimientos son los de un caracol. Las emociones me abruman con cualquier cosa; pasa una mosca y yo me echo a llorar; pierdo los nervios constantemente, por dentro y por fuera; me enfado conmigo misma porque me estoy volviendo chillona. Me paso el día entero o ausente y callada o levantando la voz y pidiendo perdón por hacerlo. Se me hace una bola infumable en el estómago y no me aguanto a mí misma. 

Así es cómo voy tirando, con un refrito de sensaciones que acumula mi pobre cerebro, mezclando sentimientos, estridencias y pesares, algunos importantes y otros no tanto, pero ahí está él intentando mediar en todo para que el cuerpo no se rinda mientras yo misma me saboteo.

Por eso, cuando hablamos o escribimos, al ordenar los pensamientos, la mente encuentra algo de consuelo, cuando menos, algo de paz bajando las revoluciones y el alboroto interior. La psicóloga de Günter, hace años cuando comenzaron la terapia, le preguntó por cómo hacía yo para llevar todo lo que estaba pasando en casa: "tiene un blog; cocina y escribe". Menos mal, dijo ella. Es verdad, menos mal porque cuando las cosas se ponen feas, me aferro al blog mezclando letras y cacerolas en plan rollo vital, buscando un motivo para levantarme, estar activa, para salir a la calle a comprar un ingrediente o un trapito nuevo que los demás ya están muy vistos. 
Y es por eso que he decido airear todo esto en el blog, para que duela menos y de paso poner orden en todo lo que sé de mi proceso, de cómo he llegado aquí. Ya adelanté algo en la entrada anterior, porque nunca hay un solo motivo, aunque sí detonantes que hacen que todo se vaya al carajo, pero las cosas siempre se las ve venir de lejos perfectamente. Lo que no sé es si estos ciclones son imparables o simplemente la pasividad nos gana la partida. 

Sea como sea, aquí estoy sin querer ir a terapia por dos razones: una, me niego a hacerla en alemán, bastante frustrante es la vida del expatriado manejando un idioma que me hace sentir como si fuera retrasada. Si ya es complicado expresarse uno en lengua madre, pues imagina en un idioma que obliga a quitarle las preposiciones a los verbos y soltarlas al final de la frase... ¡venga, hombre! cómo si me pudiera acordar si me tocaba un ein, un aus o un auf... o algo peor. Ay no, paso.

Y la segunda razón, porque lo que me queda es la terapia online y no me apetece nada de nada. NADA. No me siento perdida. No tengo ningún melón que ahora mismo quiera abrir vía Zoom. Estoy agotada y rendida. Me faltan estímulos, recompensas y vías de escape. Me siento atrapada y sin fuerzas. Así que antes de tirar la toalla, quiero intentarlo a mi manera, soltándolo todo fuera y luego ya se irá viendo. 

Es verdad que la terapia en el pasado me vino genial, ví cosas que no veía y eso me dio paz y un objetivo. Esta vez es diferente. Puede que sea una etapa de la vida por la que todas las señoras menopaúsicas con síndrome de nido vacío pasamos. Puede. En cualquier caso, el blog ha sido siempre mi mejor terapia y por lo que sea, es a él al que acudo buscando paz. Estoy en un momento en el que necesito recobrar el control de mi vida, de mis emociones; bajo ningún concepto, estoy para escuchar, entre el ruido que tengo a mi alrededor, las retahílas a lo "no debes..."  "deberías..." "tendrías que..." "lo peor que puedes hacer..."

Esta sopa es caprichosa, teníamos mucho calor y de repente nevó. De nuevo mucho calor y ahora acecha lluvia para los próximos días. Estos dramas meteorológicos son mejores con sopa. La sopa, popularmente se hace con carne picada pero me dio el punto y le hice pelotas. Como te digo, caprichos.

Ingredientes para las albóndigas:
  • 500gr. de carne picada (mezcla)
  • 1 huevo
  • miga de pan mojada en leche
  • cebolla frita
  • salsa worcester
  • un poco de mostaza
  • Sal de especias
  • perejil o cebollino picado
  • harina integral para rebozar

Ingredientes para la sopa:
  • 1 puerro 
  • 2-3 patatas grandes
  • 2 zanahorias
  • 1 vaso de vino
  • 2 vasos de caldo de carne ( sin llegar a cubrir)
  • 200 ml. nata líquida 
  • 2-3 quesillos (tipo la vaca que ríe o tranchetes en su defecto)
  • mejorana (orégano en su defecto)
  • pimienta 

Preparación:
  1. Mezcla los ingredientes de las albóndigas, haz bolitas del mismo tamaño y las rebozas en la harina.
  2. En la cazuela, con un poquito de aceite de oliva, las rehogas y dejas que se doren sin mucho aceite (necesitarás dos tandas).
  3. La misma cazuela y en el aceite sobrante (si has echado más aceite para freír la carne en lugar de dorarla, deberás quitar aceite) rehoga primero el puerro y luego las patatas y la zanahoria cortada en trozos menudos.
  4. Cubre con el vaso de vino, luego el caldo, la mejorana y deja que cueza a fuego bajo unos 30minutos.
  5. Añade el queso, la nata líquida y salpimienta a tu gusto. Deja que ligue el caldo unos 5 minutos a fuego lento.


Ensalada de judías, atún y pimientos asados

abril 25, 2024

esplín 

Del ingl. spleen 'bazo', 'melancolía', este del lat. splen, y este del gr. σπλήν splḗn.

1. m. Melancolía, tedio de la vida.

Tercera entrada consecutiva que hablo del cortisol alto. ¿Por qué? porque enfermedades -mejor dicho, patologías- aparte, el estrés, la depresión y la ansiedad convergen irremediablemente en este pozo que arrastra a nuestra microbiota -la flora intestinal- en una relación malsana que nos aplasta el poco ánimo que nos queda. Primero en este post y después en este otro, he venido poniendo un poco de contexto en la relación existente entre los estados depresivos y/o de estrés con nuestros dos cerebros.

Mira, estos son los síntomas del cortisol alto: aumento de peso, dolor de cabeza, problemas de concentración, fatiga, acné, facilidad para los moratones y dificultad para cicatrizar arañazos o heridas, dolor y debilidad muscular, irritabilidad, tensión alta, taquicardias... y alguna cosilla más. ¿A qué te suena? Pues a todas esas cosas que llevan a romperte, a los ataques de ansiedad, al "no puedo con mi vida" como eslogan.
A mi madre la recuerdo de siempre con esplín, silenciosa y apática. Se pasó el embarazo de mi hermano pequeño sentada en el viejo sillón de orejas del comedor, delante de la tele con sus cafés y cigarrillos -eran otros tiempos, no la juzgues-. Cuando me reencontré con Mila -nuestra querida Mila- le pregunté si en Daimiel mamá también era así. Me dijo que sí, que pasaba de días muy activos y alegres a no poder levantarse de la cama. 

Nunca le diagnosticaron depresión porque jamás se trató ni cuidó de su salud. Eran tiempos donde la depresión era de débiles y ella no lo fue porque estuvo en guerra civil consigo misma probablemente su vida entera. Perdió un hijo muy jovencito con una agonía larga y horrible, y estuvo a punto de perder también a Luisfer, que a día de hoy sigue luchando con las secuelas de aquel cáncer raro que padeció y que entre otros rotos, le ha dejado con la depresión por estandarte y viviendo con él en modo pensión completa.

A mi hijo mayor también le susurran los estados depresivos con demasiada frecuencia. Los malos hábitos, un padre canalla y desaparecido, y sobre todo -eso creo yo- la soledad le tiene maltrecho. Siempre huyendo de sus fantasmas refugiándose en costumbres que no le hacen bien. 
Y Günter, el penúltimo en llegar a mi vida, estuvo roto y de baja dos años y pico. Diagnóstico: burnout y estrés acumulativo que terminó en una depresión severa. Tantos años después sigue con la medicación porque le sienta bien y continua visitando a su terapeuta y al psiquiatra un par de veces al mes. Vivir con una persona como él, es muy complicado: un tipo muy muy inteligente, de mente matemática, llena de números, fórmulas y conocimiento pero con una inteligencia emocional subdesarrollada que ha tejido una dependencia afectiva conmigo que me ha dejado agotada. 

Muchos años dando, sin recibir recompensas; 20 años lejos de mi mundo y de mi hijo mayor en una ciudad que tantos años después sigo sin sentir mía, sin raíces ni arraigo. Sola, así me siento. Y aunque lo vi venir, y aunque avisé de mi agotamiento emocional, y aunque me quejé hasta el aburrimiento pidiéndole más cariño, más implicación... pidiéndole que me quisiera más y mejor, no por dentro sino por fuera, que se vieran esos afectos cuando se necesitan... pues ya ves, aquí estoy delante de esta ensalada requete Omega3, sorbiéndome los mocos y centrada en ver como salgo de ésta. Te seguiré contando porque ahora que he empezado, no lo voy a dejar a medias.

Ingredientes:
  • 500gr. de judías blancas cocidas
  • 2 pimientos rojos para asar
  • 3-4 dientes de ajo
  • 1-2 latas de atún (dependiendo del tamaño)
  • 1 huevo duro
  • aceite de oliva, sal y vinagre de vino
  • opcional: unas rodajas de tomatitos para decorar

Preparación:
  1. Asa en el horno (unos 170ºC) los pimientos rojos y los ajos con un chorrito de aceite de oliva. Una vez que enfríen, los pelas.
  2. Prepara el aliño con los ajos asados (estarán muy blanditos y los puedes aplastar con un tenedor) aceite de oliva (o del atún si es en este aceite) vinagre de vino y sal a tu gusto. 
  3. En una fuente monta la ensalada: mezcla las judías, los pimientos troceados y el aliño. Añade el huevo duro cortado en trocitos y el atún. Puedes decorar con unas rodajitas de tomates cherry.

Dip turco de berenjena, garbanzos y nueces

abril 22, 2024

Al hilo de la entrada anterior, te voy a hablar del cortisol, una hormona conocida como la del estrés.  Cuando estamos en modo ansiedad, angustia, agobio... en fin, con todas esas puñetas sin importar si son emociones reales o fakes porque el cuerpo no sabe diferenciarlas, empieza a volverse muy loco con tantos sobreestímulos, ruido y tensiones. Si no somos capaces de bajar este tren de vida tan chungo,  generamos más  cortisol de la cuenta. Mientras está en sus niveles normales, nos ayuda con tareas como el sueño, la concentración y la memoria, la glucosa, la metabolización de cosas como las proteínas, carbohidratos y grasas, la presión arterial y se encarga de darnos chutes de energía para afrontar situaciones de desasosiego y estrés.

Pero eso es cuando funciona bien. Cuando se descontrola puede ser el causante de nuestra hipertensión, dolores musculares, problemas cardiacos, insomnio, aumento de peso, mareos, cansancio, perdida de memoria... incluso puede ser el acelerante en un proceso depresivo que unido a este cuadro de síntomas pues no deja el alma hecha jirones. 
Como ya sabes, el estómago es nuestro segundo cerebro y por lo que sea -parece que hay evidencia científica- el cortisol y nuestra flora intestinal tienen una relación muy tóxica cuando uno de los dos anda con malas compañías. Si no comes bien, puedes subir los niveles de cortisol y si éste está alto, la flora intestinal se desmorona, volviéndose ineficaz en su función inmunológica dejando nuestro cuerpo muy vulnerable a la hora de coger infecciones, desarrollar intolerancias alimentarias o cuando menos, nos infla como a globos, irrita el colón, reflujos, acidez... una porquería de vida.

Y el cortisol cuando está alto, pues la toma con nuestra microbiota -la flora intestinal dicho en fino- y se enzarzan los dos en un círculo vicioso donde el cuerpo es el que sale mal parado. La alimentación es fundamental, eso ya lo sabemos. Hay muchas cosas que se pueden hacer para auto ayudarnos pero si estás que no puedes ni con tu alma, puede suponer un estrés añadido cumplir con toda la lista de deberes.
Ya sabes que no soy profesional de estas cosas. Comparto lo que sé, lo que me afecta por si puede servir de ayuda. Compartiendo experiencias es como la humanidad ha salido adelante siempre. Pero no quiero ponerlo todo de golpe, si te parece vamos dosificando porque, de verdad, cuando el psicólogo te suelta la retahíla de "Noes, sies y deberes" el ánimo se nos va al traste, así que despacito, como dice mi hermano Luisfer, en plan caracol con la casita a cuestas para encerrarte cuando el mundo atosigue.

Venga, manos a la obra: un par de noes para empezar (siempre tiene que haberlos). Tabaco y cafeína. Hay que reducirlos. Realmente, hay que echarlos fuera. Si te vale de consuelo, se puede. Llevo 20 años sin cigarrillos y he eliminado la cafeína casi al 100%. Bueno, una coca-cola en años bisiestos y poco más. Descafeinados e infusiones de Rooibos que son buenas para el hígado, el corazón y mano de santo para la jaquecas (y no es una medicina, no la puedes tomar cuando te duele; es su consumo regular quien las reduce).

¡Y la panacea! porque la hay, la madre de todas las ciencias: el Omega3. Este es el diccionario de la salud. Hay que darle sin piedad a las verduras, las semillas, las nueces y frutos secos, legumbres, carnes, lácteos e integrales. Dicho así suena a rollo de siempre pero la salud mental pasa por comer requete bien y por supuesto, sabroso y gratificante... de momento, te dejo con este dip que es una bomba de Omega3 y poco a poco iremos hablando de más cosillas. Para la próxima.
Ingredientes:
  • 2 berenjenas
  • 1 cebolla
  • 1-2 tomates dependiendo del tamaño
  • 1/2 cabeza de ajos
  • 1 taza de té de garbanzos
  • 1 taza de té de nueces
  • aceite de oliva, sal y una pizca de comino
  • opcional: un poquito de pimentón por encima (se me olvidó)

Preparación:
  1. Asa las verduras en el horno a 170ºC. cuando enfríen, lo pelas todo.
  2. En una trituradora, pon las verduras, los garbanzos, las nueces, la sal y la pizca de comino y tritura hasta que tengas una pasta uniforme.
  3. Sirve con un chorrito de aceite de oliva y un poquito de pimentón.

Tarta pan y queso

abril 18, 2024
estímulo 
Del lat. stimŭlus.

1. m. Agente físico, químico, mecánico, etc., que desencadena una reacción funcional en un organismo.

2. m. Cosa que estimula a obrar o funcionar.

3. m. desus. Vara con punta de hierro de los boyeros.
Pongamos que hablamos de nuestro cuerpo; queramos o no, tenemos un montón de estímulos, internos y externos, que nos traen y nos llevan por la vida. Esto no sé si tendrá algo de científico pero creo que sin ningún tipo de estimulación seríamos vegetales. O algo peor porque te aseguro que mis amiguitas enmacetadas reaccionan a mis cuidados y a veces les va la vida en ello. Por lo tanto, vamos a dar por buena la necesidad de nuestro cerebro a la hora de recibir stimŭlus y procesarlos convenientemente para mantener la maquinaria vital en buen funcionamiento. 

Muchos de estos estímulos, una vez procesados por nuestro cerebro, nos los devuelve en forma de emociones que a su vez activan nuestras respuestas genéticamente y por medio de un proceso algo tedioso para una chica de letras como yo, termina tocando la fibra a nuestras células que reaccionarán dividiéndose en contentas o rabiosas. Si tenemos en cuenta, que la felicidad no es ni más ni menos que una interpretación de nuestras emociones, pues dependiendo de la estimulación a la que estemos expuestos, seremos más o menos felices.
Y ahora, con toda la razón, te preguntarás a qué viene esta exposición tan retorcida del concepto "buen rollo" y "mal rollo". Pues mira, me alegro que me hagas esta pregunta porque piensa por un momento: ¿Qué pasa con la sobreestimulación a la que estamos sometidos? ¿Cómo se las arregla nuestro cerebro con este aluvión de estímulos? 

Pues muy malamente. La tecnología y el mundo digital nos ha roto todos los esquemas. Literalmente, el cuerpo no tiene tiempo para adaptarse y recibe a diario sobredosis de estímulos e información. Muchos de ellos, además, son pura filfa, fakes, patrañas que no llevan a ningún sitio: miedo al fin del mundo, a una crisis apocalíptica económica, bélica, energética, pandémica y un largo etcétera de desastres que nos tienen en vilo. 

Y filfas a parte, las cosas no mejoran: estamos expuestos a la sobrepoblación, al mega ruido, al jaleito constante a nuestro alrededor, el móvil siempre vibrando con notificaciones... el whatsapp, el muy canalla siempre al pie del cañón esperando una respuesta rápida o te cargas a la mitad de tus amistades. No hay quién lo aguante y nuestro cerebro se satura. Tanto, que nuestro sistema de defensa, que no entende de fakes, se cortocircuita y segregamos a lo bestia cortisol, la hormona que combate el estrés. 
El cortisol nos ayuda a mantener saludable el metabolismo y el sistema inmunológico pero como le tenemos por las nubes y loco perdido pues se desmadra: debilidad muscular, fatiga, humor de perros, problemas de concentración, tensión arterial alta... ¿Te suena? Y el estómago, que es nuestro segundo cerebro, se apunta a la fiesta: gases, colón irritable, dolores e intolerancias. Éste es el cuadro con el que breamos a diario cada vez más gente. 

Pero ¿qué podemos hacer? Pues en la próxima entrada te voy a hablar más del cortisol y del roto que nos hace en la flora bacteriana. Y para no ir de catastrofista y subirte el cortisol más -si cabe- te traeré una receta y consejos para mantener al susodicho a raya. 

Hoy te dejo con esta maravillosa tarta de queso y pan, facilona y riquísima que se la vi a Belén en su maravilloso blog, El toque de Belén. Originalmente es con pan de molde pero me venía mejor con panecitos de leche que tenía que gastar, por eso he reducido el azúcar respecto a la receta original. Un gustazo de receta.


Ingredientes:
  • 4 huevos XL
  • 125 gr. de azúcar
  • 500 gr. de queso quark ( o de untar desnatado)
  • vainilla
  • 250ml. de leche
  • 200gr. de panecitos de leche o pan de molde en trozos
  • 1 cdta. de polvos químicos tipo Royal
  • Mermelada a tu gusto

Preparación:
  1. Pon a remojar el pan en la leche. Reserva.
  2. Precalienta el horno a 150-160ºC(dependiendo del horno).
  3. Bate, con ayuda de unas varillas, el azúcar y los huevos. Cuando estén esponjosos y hayan aumentado el doble su tamaño, añade el queso quark y la vainilla.
  4. Cuando tengas una masa sin grumos, le añades la miga de pan mojada y desleída junto con los polvos de hornear. Hornear hasta que veas que la tarta está firme y cuajada.
  5. Deja enfriar por completo. A la hora de servir, que cada comensal se añada la cantidad de mermelada deseada. 

Ensalada de patata y salmón con salsa césar

abril 14, 2024
casquivano, na
De casco y vano1.

1. adj. coloq. Poco reflexivo, banal, voluble. U. t. c. s.

2. adj. coloq. Dicho de una persona: Que suele coquetear o establecer relaciones amorosas ocasionales o pasajeras. U. t. c. s.

Hoy vengo a rescatar, una vez más, una palabreja en periodo de extinción. Y qué pena, porque es preciosa, de esas que lo dice todo sin decir concretamente nada: un ligero de cascos insustancial, atolondrado y envanecido a veces o no, porque de puro voluble, intentar juzgar a un casquivano es algo falto de valor. A lo mejor porque la banalidad se contagia al primer contacto. O todo lo contrario. A saber. 

Es curioso que la palabra se haya convertido en vocablo viejo y desusado cuando hoy en día sus acólitos están más que nunca de moda. Las redes están llenas de chiquillos semiciegos de sensatez que buscan destacar haciendo todo tipo de estupideces; he visto a un tolái molestando a toda la parroquia en un centro comercial y, no te lo pierdas, con un guardaespaldas detrás porque parece que en más de una ya le han dado pal'duro. A otro, en no sé que país remoto, le han caído tres años de cárcel por sentarse en medio de las vías del tranvía y detener todo el tráfico urbano solo por hacer la gracieta en busca de likes. Al que grababa y a otro tolili que iba con él, también. Y suma y sigue. 

Pero no podemos echarle la culpa a la gente joven de todas las casquivanadas de este mundo porque de casta le viene al galgo y son muchas las generaciones que se han esforzado en el tiempo para que cada vez salgamos más tarambanas y dime tú ahora qué hacemos. Cómo enderezamos a estas alturas nuestro poco juicio. Ya me dirás, si vamos por mundo de cualquier manera, sin rumbo y sin luces.  

De nuevo, y te juro que sin querer, he vuelto a hacerlo; aquí estoy criticona como una yaya arrugá cortando trajes a costa de la juventud como si ellos tuvieran la culpa de que el cementerio esté lleno de casquivanos y casquivanas que nos han dejado el DNI genético lleno de barrabasadas entre microsoma y microsoma. 
Pues esta ensalada no tiene ni un pelo de casquivana. O sí, que nada he dicho de la segunda acepción de la definición y tengo que reconocerte que no me he comprometido en exceso con la salsa. Dudé si hacerla con salsa césar o con salsa de atún. Ganó la césar y ahora me alegro porque nos ha encantado pero no te voy a engañar porque la próxima vez caerá con la otra.. y es que cuando de aliños se trata, ser fiel a uno solo es imposible.  En cualquier caso, aquí te dejo esta ensalada rica en proteínas de las buenas, sabrosa y un plato principal contundente. 


Ingredientes para 3 personas:
  • 600gr. de patatas cocidas
  • 2 lomos de salmón fresco a la plancha ( con un poco de aceite de oliva, una nuez de mantequilla, un ajo y un chorro de salsa Worcester)
  • 1-2 cebolletas
  • 3 huevos duros
  • cebollino, perejil, eneldo... lo que quieras pero fresco

Aliño:
  • 4 filetes de anchoa
  • vinagre de vino
  • 1 cucharada de salsa Worcester
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 3 cucharadas colmadas de yogur griego
  • 2 cucharadas de queso parmesano
  • pimienta negra al gusto
  • Opcional: un diente de ajo

Preparación:
  1. Cuece las patatas y deja que enfríen. Las salas, les pones un poquito de vinagre y de aceite de oliva. Reserva.
  2. En una sartén con un poco de aceite de oliva y una nuez de mantequilla, marca los filetes de salmón con un ajo hasta que queden bien dorados. Sal pimienta y añade un chorrito de de salsa worcester. Reserva.
  3. Monta el aliño batiendo todos juntos los ingredientes. Reserva.
  4. Una vez frías las patatas, añade la cebolleta bien picada, el salmón en trozos, las hierbas, los huevos duros y lo riegas con la salsa a tu gusto. el resto de la salsa, puedes servirla directamente en la mesa y que cada comensal se sirva a su gusto.

Pudding de arroz con leche de coco

abril 11, 2024
Un día como hoy de 1954, según un estudio de True Knowledge, y basándose en 300 millones de datos históricos desde 1900 hasta 2010, se concluyó que fue el día más aburrido desde 1900.  El día en cuestión, fue un domingo en el que lo único importante que ocurrió fueron el nacimiento del intelectual turco Abdullah Abadar, unas elecciones belgas y el fallecimiento de un jugador de futbol inglés, un tal Jack Shufflebotham.

Pero ¿a quién se le ocurre calcular estas memeces? A ver, todo tiene su explicación por muy mema que ésta sea. Érase que se era, una empresa que estaba recopilando datos a saco Paco para crear a Alexa. En concreto, a ellos les correspondía inventariar datos históricos y por algún motivo -posiblemente aburrimiento- al ingeniero informático jefe del recopilatorio -un tal William-  le picó la curiosidad y se dijo: hala, a ver que nos dice el oráculo.
Pues mira por donde pero la chorrada se hizo super famosa y requete viral, todo el mundo quería saber a santo de qué una persona en su sano juicio, y que encima cobraría un pastizal por trabajar, para no aburrirse se metió en este jardín. Al Will no le quedó otra que embellecer su motivación con verborrea:  "Se nos ocurrió que podíamos ser capaces de medir objetivamente la importancia de cada día en la historia"... menos lobos William, que la historia no comenzó en el SXX y además, que en ese domingo, por lo que sea, a nadie le diera por constatar sucesos memorables, no significa que no acontecieran. 

A saber cuantas risas, jolgorios, fiestas y demás folklore verbenero pasaron ese día y si los periódicos y los historiadores hicieron caso omiso del divertimento popular de la gente corriente, no implica que esa afirmación tenga fundamento alguno. Es más, lo mismo ese día nadie constató nada porque estaban todos de parranda... yo, me lo creo. Vaya que sí.

Así que hoy, para que no te aburras comiendo lo de siempre, te traigo un pudding de arroz con leche que, para hacer el triple salto mortal, lo he hecho con leche de coco que me chifla a más no poder. Aquí en hierbas y especias, desde luego, el que se aburre es porque quiere, no hay otra.
Ingredientes para 6-8 vasitos:
  • 2 latas de leche de coco (400ml. cada una)
  • 120gr. de arroz redondo
  • 60gr. de azúcar
  • canela en rama
  • vainilla
  • opcional: un poco de ralladura de limón
  • 2 yemas
  • 3 cdas. rasas de azúcar y una de agua para el caramelo (o caramelo ya listo)

Preparación:
  1. Pin a calentar la leche de coco a fuego medio-bajo con el azúcar, la ralladura de limón (es opcional) y la canela. Cuando rompa a hervir añade el arroz, deja que cueza 20 min. removiendo de vez en cuando para que no se pegue.
  2. Retira del fuego , añade las yemas y la vainilla y liga bien el pudding.
  3. Paralelamente haz el caramelo: en una cacerola no muy grande, pon a fuego más bien alto (si está bajo no se tostará del caramelo) el azúcar y el agua. Remueve sin parar hasta que hierva y coja color. Cuidado con no quemarlo.
  4. Precalienta el horno a 150ºC (140ºC si es de aire).
  5. Pon en una bandeja los vasitos o moldes con un poco de caramelo. Rellánalos con pudding y antes de meterlos al horno, cubre el fondo del recipiente con un poco de agua caliente. Hornea unos 40 min. Deja que enfríen en la nevera por lo menos 2-3horas. 

Dip de queso labne y zanahorias aliñadas

abril 07, 2024
No recuerdo en qué película -en una antigua puede que en blanco y negro- salían con recurrencia, escritores de novela negra y guionistas que se juntaban en los juzgados para seguir casos reales y así buscar inspiración para sus "crímenes". Aunque ni soy guionista ni escritora que se precie pero sí una gran comprometida con las historietas de este blog, y puesto que estoy de capa caída en cuanto a ideas -el mundo está terrible y quiero salir un poco de tanto horror- he acudido en busca de inspiración a la sección cultural del The Guardian. Ya estaba allí por otra noticia que no tenía chicha para relatarse cuando me he dicho "dale a ver que sale". 

En fin, cultural, dicen. ¡Pa' lo que hemos quedado querido lector! y entre tanto esperpento me encuentro con un artículo sobre el "santuario" de Harry Style -un cantante/actor famoso que no tengo ni idea de lo que canta- y, cito textualmente "Elvis Presley tenía Graceland. Dolly Parton tiene Dollywood. Harry Styles tiene un viaducto ferroviario en las marismas de la zona rural de Cheshire." Y aquí casi me caigo de culete encima de mis sartenes. Pero ¿qué? ¿en serio? Pues va a ser que sí.
Resulta que el muchacho procede de Holmes Chapel, un pequeño lugar de la Inglaterra profunda que no ha dudado en explotar, perdón, explorar el lado turístico a costa de su vecino más insigne. Por algún motivo que se me escapa, han conseguido que trascienda a nivel mundial que el primer beso del Harry se lo dio debajo del puente y ahora cientos de fans del mundo entero peregrinan al muro del viaducto a dejar su nombre y de paso hacer un par de ticktoks. 

Cuentan que la excursión no es tan facilona como parece ya que la campiña inglesa no es tan dócil como parece. Hay que enfrentarse a vacas hiperactivas que tienden a perseguir a los turistas, los lodazales son traicioneros y lo más importante, hay que cruzar una carretera y teniendo en cuenta que los harries -así llaman a los fans- no tienen muy claro por que lado les vienen los coches, la peregrinación puede resultar altamente peligrosa. Para ello, venden unos mapas por 5 libras con caminos "seguros" y si te tiras el pisto, por 20 te hacen una visita guiada que incluye visita a la panadería donde de muchachín, Harry trabaja limpiando mostradores, suelos y bandejas de dulces. 

También están lanzando llamamientos en los medios para buscar colaboradores audaces que no se amilanen ante los peligros del mundo rural y quieran ayudar en las tareas de atender a los fans. Eso sí, insisten que a ser posible, sea algún joven con algún familiar cerca porque en el pueblo no tienen donde alojarlos. 
Y yo, que como te he dicho no tengo ni idea de lo que canta este chico -más allá de Luis Fercán estoy perdida-, lo único que sé es que recientemente protagonizó "No Te Preocupes Cariño" dirigida por Olivia Wilde con quien tenía un lío en esos momentos, junto con Florence Pugh, Chris Pine y Gemma Chan. La Florence, que terminó hasta el moño, se negó a promocionar la película del show que tenían montado el Harry y el Chris que se llevaban a matar, la falta de profesionalidad de la Wilde que hacia novillos en el rodaje cada vez que le salía del capote y para sellar tan bonito elenco, la única vez que se les pudo fotografiar a todos juntos -En Cannes ya sentados en sus butacas justo antes de la proyección- el Harry escupió en el asiento del Pine mientras que la Olivia dibujaba una medio sonrisilla a lo "Uy, qué cosas".

Pues sí, qué cosas. Y esta que traigo hoy es pura locura, levanta pasiones y afilia fanáticos al primer bocado pero afortunadamente, no necesita de mapas a 5 libras ni guías turísticos. Está tan rica, que se tarda más en contar la receta que en zampártelo.


Ingredientes:
  • zanahorias (más o menos 300-400gr.)
  • un puñado de avellanas
  • Queso labne (500gr. de yogur escurrido unas 4-5 horas)
  • alguna hierba fresca picadita (perejil, cebollino, albahaca...)

Aliño:
  • 2 tomates secos
  • 1 tomate 
  • un poco de pimiento rojo
  • aceite de oliva
  • vinagre balsámico
  • sal  algo de pimienta

Nota:
  • Para preparar el queso labne: unas 4-5 horas antes, pon a escurrir el yogur haciendo un hatillo con un trapo fino de cocina o una gasa. 
  • Puedes colgarlo o ponerlo sobre un un colador. El plan es que pierda el suero. 
  • Cuando esté escurrido, le pones un poquito de sal y listo. Si quieres más información, lo publiqué aquí.

Preparación:
  1. Pela y corta las zanahorias y las salteas con un poquito de aceite de oliva. Sala un poquito. Tapa y deja que ablanden a fuego medio-alto para que se marquen y cojan color. Reserva.
  2. En la misma sartén, tuesta las avellanas a fuego medio. Pícalas y reserva.
  3. Con ayuda de una trituradora (o la minipimer de toda la vida) haz el aliño triturando todos los ingredientes. Reserva.
  4. En un plato, pon una buena capa del queso labne. Puedes ponerle encima alguna hierba fresca a tu gusto. Pon encima la mitad de las avellanas, las zanahorias y de nuevo el resto de avellanas. Termina colocando el aliño por encima (puede que sobre aliño, ponlo con mesura).

Pasta con setas y ajo

abril 03, 2024
Los antropólogos piensan que las primeras matanzas de sapiens contra sapiens se remontan al momento en el cual el hombre se asentó, se convirtió en manada territorial, sembró, construyó y se organizó. Muy posiblemente, mientras fueron de nómadas hoy por aquí y mañana por allí, no hubo jefes ni grandes conflictos de liderazgo pero al echar raíces y crecer los grupos todo se torció. Pensaban cada vez más despertando muchos celos, avaricia, envidias y ya se sabe, con tanto malaje en el cuerpo y los clanes cada día más grandes, con más bocas y ambiciosos por todos lados, pues los artesanos dedicaron más tiempo e ingenio a construir armas que utensilios domésticos o de labranza.  Y si armas hasta los dientes a un omega con aspiraciones a alfa pero con cero talento pues pasa lo que pasa y esta es la crónica del mundo hasta hoy.

Quizás lo más sobrecogedor en nuestra evolución es la banalización de la violencia. A ver, pienso en el circo romano y no me cabe duda que aquello era un espectáculo frívolo y feroz hambriento de sangre y dolor ajeno. También me viene a la memoria esas historias que se contaban de gente acomodada que viajaba a Madrid en nuestra guerra civil a ver la barbarie de cerca y de paso codearse con Hemingway, George Orwell o John Dos Passos. 
En los años 90, una amiga periodista fue invitada a El Salvador porque el gobierno quería convertir el país en un paraíso turístico. Los llevaban y traían de resort en resort y la última noche, antes de regresar a España, ella y otros colegas decidieron salir furtivamente del hotel. El panorama era desolador; las calles estaban llenas de vagabundos mutilados, desmembrados tras los más de diez años de guerra civil. Muchos de estos vagabundos eran niños adictos al pegamento, sin hogar y sin familia. Algunos habían sido niños soldado y los daban por perdidos. Nadie los quería cerca. 

En el bar de una gasolinera hablaron con algunos lugareños. Uno de ellos era sacerdote. Se burlaban de estas criaturas; decían que estaban locos, que no tenían remedio. Señalaron a un muchacho de unos doce años y contaron que por un dólar, se dejaba pegar con un bate. Reían al contarlo sin comprender la doble crueldad de quien se ofrece por un dólar y de quien está dispuesto a pagarlo. 

No, no es nuevo como concepto pero sí es evidente que contra más seguridad y bienestar tenemos, mayor gala hacemos de nuestra desensibilización convirtiéndonos en espectadores morbosos del sufrimiento ajeno. Hay prensa que, con la excusa de informar, se ensaña machaconamente con los detalles más turbios y escabroso de cada tragedia. ¿Dónde está el límite informativo y dónde comienza la carnaza? ¿Nos importan los límites o de tanto pisarlos ya no los vemos?. 

Durante un tiempo, hubo generaciones que crecimos creyendo que erradicar las dictaduras, las guerras y el hambre era posible. El pacifismo parecía palpable pero no ha sido más que un velo que entorpecía la realidad. Seguimos con nuestras carnicerías de sapiens contra sapiens y si bien algunos miran para otro lado en sus mundos de Yupi, el resto disfruta del espectáculo con un gusto malsano y escabroso. Y tanto se está banalizando y polarizando la violencia que los que no empatizamos ni con unos ni con otros nos quedamos sin un lugar donde estar.


Ingredientes:
  • 500gr. de pasta y agua abundante para cocer
  • 500gr. de setas y champiñones a tu gusto
  • 3 dientes de ajo machacados
  • 1 copa de vino blanco de mesa
  • 3-4 cdas. de queso parmesano a tu gusto
  • Sal y pimienta
  • Ago de aceite de oliva
  • Algo de hierbas frescas

Preparación:
  1. Pon a calentar el agua para la pasta y la vas cociendo.
  2. Trocea las setas y los champiñones y los salteas en la sartén con un poco de aceite de oliva. Añade los ajos machacados y saltea hasta que reduzca por completo el líquido.
  3. Añade el vino, salpimienta y si tienes una ramita de romero añádela. Deja que reduzca por completo el vino a fuego alto.
  4. Añade el queso parmesano y algo del agua de cocer la pasta para hacer una salsa (como un vaso del agua de cocer). Lo vas moviendo sin parar hasta que forme una salsita ligada.
  5. Añade la pasta escurrida, algo de hierbas bien picadas, rehogas y terminas mezclado brevemente un poco más de queso parmesano. Sirve inmediatamente.


Gratinado de espinacas y ajo silvestre

marzo 30, 2024
Hubo un tiempo que en este blog siempre había historias cotidianas que contar. Tenía la salud maltratada, un niño chico y estaba en un país desconocido donde cada poco descubría cosas alucinantes -o a mí me lo parecían- viviendo un poco a lo Heidi con mi huerto, mis hierbajos y mis recetas de granjeras. Los huevos y la leche de granja que me traen a la puerta de casa -sí, seguimos en las mismas- recolectar nosotros mismos las fresas, frambuesas, grosellas, el ciruelo, el guindo... en fin, una vida que contada así sonaba a música de violines porque no se ve todo el trabajo que hay detrás de una cesta de tomates, arándanos o moras. Tampoco se ven las soledades de vivir expatriada, lejos de la familia y amigos, la falta de apoyos, de expectativas laborales... en definitiva, son muchos los sacrificios y muy dura la perdida de arraigo.

Esta receta de hoy, tiene una entrada espejo que publiqué por estas fechas hace 13 años. Me estaban haciendo las pruebas para vaciarme, querían haberlo hecho de urgencia -después de ningunearme durante tres años mi ginecólogo- pero dije que no, que debía esperar a que me llegara ayuda desde España. Mi suegra no se ofreció, tuvo que venir mi hijo Álvaro desde España para encargarse de mí, de Lucas y de la casa. Fue una operación larga y tediosa, tanto que tardé 24 horas expulsar la anestesia y lo primero que escuché del jefe del servicio de ginecología al hacer la ronda fue "y por favor, señora, quéjese más".

Esto es lo que tienen las intervenciones femeninas, que siempre parece que si nos vacían las entrañas es por culpa propia. Por tener útero, ovarios, pechos... no sé, me fastidió. Pero claro, leo ahora después de tanto tiempo la entrada y realmente me doy cuenta que no supuraba para nada el dolor tan terrible que arrastraba, ni la anemia, ni el sangrado perpetuo, ni la impotencia, ni las lágrimas. Ni la soledad de verme sola con la casa, el peque y todo lo que conlleva la crianza y el hogar. 
De aquella época, me ha quedado el recuerdo áspero de ver siempre a Günter quejoso porque toda la "responsabilidad" caía sobre él. Durante la semana ingresada en el hospital, se cogió vacaciones porque decía no saber como hacerse cargo de Lucas. También pidió a su madre que viniera a casa a ayudarle con las tareas. El día que salí del hospital, según llegué a casa con mi tajo abdominal de ingle a ingle, tuve que prepararles unos espagueti con pesto porque no sabían que comer. Y a la mañana siguiente, mi suegra se fue porque total, ya estaba yo en casa. 

En fin, supongo que ya entonces se venía venir que Günter terminaría rompiéndose psicológicamente -necesitó de dos años y pico de baja- y que entre mi suegra y yo jamás iba a existir cariño. Trece años después, aquí estoy, sin haber vuelto a comprar un Tampax, sin esa frescura o chispa que dan los hijos cuando son chiquitos y vapuleada por una menopausia canalla que se ha debido enamorar de mí porque la tía sigue dándome la brasa.

Y como cada primavera, regresa el ajo silvestre, y las espinacas y las cebolletas olorosas. y como siempre, este gratinado entra en mi horno, glorioso y portavoz de las bondades que están por llegar. La receta, verás que la he simplificado un poquito.


Ingredientes:
  • 400gr. de espinacas
  • cebolletas (pequeñas unas 6, grandes 2)
  • un manojo de hojas de ajo silvestre o ajo de oso
  • 4 huevos
  • 150gr. de crème fraîche o queso de untar
  • 50gr. de yogur griego 
  • 80gr. de maicena
  • 100gr. de queso rallado (gruyer, Bergkäse o gouda)
  • sal de especias
  • nuez moscada
  • pimienta

Preparación:
  1. Corta las espinacas, las cebolletas y el ajo silvestre y lo rehogas brevemente en la sartén. Salpimienta y añade la nuez moscada. Mientras precalienta el horno a 200ºC.
  2. En un bol, mezcla la maicena, huevos, crème fraîche y el yogur.
  3. En un recipiente de horno previamente engrasado con un poco de mantequilla, mezcla las verduras con la mezcla de huevos y el queso,
  4. Gratina hasta que tenga un bonito color dorado. 

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